Tuesday, October 17, 2017

SCHNELLERTOLLERMEIER y el derecho a crear vanguardia excelsa para la actual escena progresiva


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy es el turno de hablar de la banda suiza SCHNELLERTOLLERMEIER, formada en Lucerna a fines del primer decenio del nuevo milenio y conformada por el bajista Andi Schnellmann, el guitarrista Manuel Troller y el baterista David Meier. A inicios de octubre, el susodicho trío sacó al mercado su nuevo disco Rights a través del sello Cuneiform Records. Este disco, publicado igualmente como CD y como vinilo, es el tercer trabajo fonográfico de la banda tras Zorn Einen Ehmer Üttert Stem​!​! (2010) y X (2015). Cada uno de los integrantes de este grupo que ostenta un esquema sonoro tan brutal como cerebral es un genio individual. Así, tenemos en Schnellmann a un orgulloso graduado de la Escuela de Jazz de Lucerna, y al Sr. Troller como un acucioso estudioso de teoría musical e improvisación bajo la tutela de FRED FRITH (sí, ese mismo de HENRY COW, ART BEARS y otros ensambles de vanguardia progresiva radical). Por su parte, Meier es uno de los bateristas de sesión más solicitados en la actualidad, siendo así que su extenso currículum vitae (demasiado extenso para alguien de su joven generación, pensarían algunos) incluye actuaciones y grabaciones en varios de Europa, además de Rusia y Japón. ¡Toma ya! Tomando en cuenta específicamente a este colectivo de SCHNELLERTOLLERMEIER, el trío maneja un desafiante cruce de punk-jazz, delirios Crimsonianos (al estilo de la etapa de los 90s) y math-rock dentro de un sólido encuadre avant-progresivo que no tiene nada de miedo a las tormentas tortuosas y neurosis incendiarias que pueden derivarse del hecho de hermanar furia y arquitectura. En fin, vayamos ahora a los detalles de Rights para tratar de justificar el entusiasmo que no somos capaces de disimular desde el primer párrafo de la presente reseña.


La pieza homónima abre el repertorio ocupando un espacio de 13 ¼ minutos. Sus primeros minutos están ocupados por un meticuloso juego de gráciles cacofonías que ostentan una atmósfera extrañamente cautelosa. Las espirales recurrentes y el groove alevosamente repetitivo se conjugan en un minimalismo sutilmente explosivo, muy sutilmente explosivo. Siempre nos da la sensación de que algo va a reventarse por los aires en algún momento, pero mientras estamos pasando la frontera del cuarto minuto con lo único con que nos topamos es con un despliegue arquitectónico implacable y resolutorio. la cosa es que el grupo va creando un perfectamente delineado crescendo cuya voz guía está en la labor del baterista. De todas maneras, el grupo nos sorprende alrededor de la frontera del sexto minuto con un viraje hacia un minimalismo solipsista que parece amenazar con hundirse en el silencio. En realidad, ahora el grupo se mete en el terreno del post-rock para articular el nuevo arreglo para su vibratio perpetua (porque, literalmente hablando, no hay un motto perpetuo aquí). Una vez reinstaurado el camino hacia la extroversión, el trío se encamina entusiastamente por él para brindarnos una vitalista exhibición de confluencia de math-rock y avant-jazz: ¡ya se ve en los cielos oscuros de nuestro horizonte auditivo la ominosa luminosidad de las llamas de algo que estalla por los aires! Con la estratégica ingeniería de la dupla de guitarra y bajo y las agitaciones rigurosas de la batería, la gestación de este clímax concluyente llega a buen puerto. Un muy buen inicio de álbum. ‘Picadilly Sources’ sigue a continuación para seguir explorando este esquema de trabajo en una primera instancia, pero aquí hay un auténtico apresuramiento para llegar al cuerpo central, y sobre todo, hay un despliegue más osado de neurosis pesada en el momento climático, casi podríamos decir que hay una especie de crueldad sónica (casi de talante post-metalero) en el modo en que la amalgama tripartita en curso llega a su punto culminante. 


Cuando llega el turno de ‘Praise / Eleven’, el trío se dispone a remodelar y potenciar el legado de la pieza inmediatamente precedente, aunque con un dinamismo un poco más fastuoso y un estiramiento más delineado hacia lo minimalista, lo cual también supone una conexión estilística con el tema homónimo que había abierto el álbum. Esta inusitada mezcla de pulso y avasallamiento se instaura con una bien determinada fruición, y de esta sublime manera llegamos a un cénit definitivo del álbum. La última pieza del disco es la segunda más extensa del mismo y se titula ‘Round’. Durando poco más de 10 1⁄3 minutos, sus sonoridades primordiales se orientan hacia una nueva complacencia en generar tensión omnisiciente a partir de un plan lacónico y conciso. Algo de gracilidad etérea hay aquí latiendo con una distensión introspectiva, y también algo hay de áspera vitalidad signada por un fuego cósmico: tenemos aquí un envolvente ejemplo de fusión de flotante densidad y luminoso nervio que resulta idóneo para cerrar a lo grande un álbum que ha destilado fuerza de carácter, neurosis arquitectónica y elegante vehemencia por todos sus poros de sonido y ritmo. Si el tercer tema del disco instauraba una cúspide de intensa musculatura, este tema que cierra el álbum instala un culmen similar con una mayor dosis de sofisticada prestancia. La gente de SCHNELLERTOLLERMEIER nos ha impactado sobremanera con “Rights”, un disco que de verdad recomendamos al 100% a todo buen amante de la experimentación progresiva por sus aristas más filudas y aguerridas.


Muestras de “Rights”.-

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