Tuesday, June 21, 2016

La cifra binaria para la oferta progresiva de AKT


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la muy placentera ocasión de presentar el tercer disco del grupo italiano AKT, el cual se titula “II”: este detalle del título tan peculiar para un tercer álbum se aclara inmediatamente cuando decimos que se trata de un disco conceptual en torno a la lógica de lo binario, y así, resulta que el número 3 se traduce en el dibujo de  unidades (11=3). Este grupo formado a fines del milenio pasado en la localidad de Boloña históricamente había operado como trío conformado por Marco Brucale, Simone Negrini y Alessandro Malandra, pero ahora aumenta al doble su membrecía con los respectivos ingresos de Elianto Puro [piano, melódica, sintetizador Moog y mellotrón], Achille Ottani [guitarra eléctrica y banjo] y Paolo Fiandra [vibráfono, xilófono, flautas dulces y traversa]. Brucale se centra en el canto y las guitarras acústica y clásica, mientras que Malandra hace lo propio con los bajos eléctrico y acústico, y Negrini sigue focalizado en sus funciones de cantante, baterista y percusionista. El esquema de trabajo del ensamble resulta, obviamente, beneficiado con un aumento en las dosis de dinamismo interior y expansiones sónicas. De hecho, si anteriormente la gente de AKT practicaba estándares del art-rock en el jardín de las vibraciones reflexivas sobre un pasto de serenidad contemplativa, ahora usa sus incrementados recursos musicales para aventurarse hacia un eclecticismo patentemente vitalista que, a fin de cuentas, redunda en una especie de refrescante renacimiento para la visión estética de la banda.

‘Coincidenze’ es la canción que abre el disco: su espacio de 5 minutos y pico. Su carácter diversos se muestra frontalmente con su introducción de claro tenor avant-progresivo, el cual ulteriormente se enriquece con recursos de un sinfonismo cálido y apasionado que entran a tallar mientras emergen las primeras secciones cantadas. Para la segunda mitad de la canción, el grupo gesta dócilmente un clímax rockero encuadrado en una ingeniería robusta; es una pena que tal clímax sea tan breve, pero también se agradece que el aterrizaje final llegue en base a la triangulación de bajo, percusiones tonales y flauta. La segunda pieza se titula ‘Stazione’ y su misión inicialmente consiste en suceder a la impactante canción de entrada con una extensa ambientación de estaciones ferroviarios y gente paseando, algo muy acorde con su título. Pasa un rato antes de que se abra campo a la misma actuación del ensamble, el cual elabora un desarrollo temático instrumental que empieza de forma exultante y termina con un talante introspectivo. Durando 9 ½ minutos, la canción homónima se centra en una perfecta combinación de sinfonismo de vieja escuela y jazz-prog, abriendo caminos a sonoridades modernas que guardan cierta empatía con lo que hacen sus compatriotas de GRAN TURISMO VELOCE. El grupo engarza con suprema fineza recursos que proceden de diversas fuentes como las escalas de guitarra acústica, las vibraciones tribales de las percusiones y las texturas de sintetizador, antes de que se termine de instaurar un hermoso cuerpo central que se siente tan envolvente como enérgico. Para dar forma completa al desarrollo de este cuerpo, el grupo crea un intermedio de tenor expectante (aunque se pueda sospechar en un inicio que sea sombrío, pero no resulta así): de este modo, se refuerza el esquema instrumental con miras a una fastuosa clausura. El momento de ‘Frenetica Dialettica Dell’Etica’ es uno de calidez sinfónica al modo de un CAMEL contaminado por aires de FINISTERRE sobre la base de un esquema rítmico complejo: durando 2 ¾ minutos, su misión principal es la de anunciar el próximo arribo de ‘Convoglio’, canción que se caracteriza por una placentera aureola reflexiva que es patentemente típica del paradigma prog-sinfónico italiano en las últimas tres décadas. La inserción de un excéntrico interludio instrumental entre los dos últimos estribillos establece un oportuno aire de sorpresa al más puro estilo progresivo. 

‘Scambio’ es una delicada balada de corte acústico cuya serena emotividad aparece debidamente envuelta por retazos de guitarra eléctrica y capas de sintetizador, mientras la sección percusiva se reparte entre cristalinas notas de glockenspiel y medidos golpes de percusión electrónica. ¿Podría tal vez definirse esta canción como una remodelación del paradigma de RADIOHEAD bajo una iluminación neo-progresiva? ‘Binario Morto’, por su parte, refleja un dinamismo contenido que en parte está signado por las vibraciones reflexivas ya expuestas en ‘Scambio’: evocando por igual a estándares de CAMEL, NODO GORDIANO y LABIRINTO DI SPECCHI, el grupo desarrolla un sólido híbrido de sinfonismo, avant-prog y psicodelia modernista en la cual se exhibe una musculatura cautivadora. No falta espacio para algún breve pasaje pastoral, pero éste sirve eficazmente como preámbulo al clímax conclusivo. Cierra el repertorio del álbum ‘Passaggero’, canción que también es la más larga del disco con sus 12 ½ minutos de duración. Centrándose cabalmente en recursos propios del prog sinfónico, su primera sección consiste en una bella sonata basada en escalas de guitarras acústicas sobre las cuales se extienden capas y orquestaciones de teclados (al modo de una cruza entre la faceta pastoral de PREMIATA FORNERIA MARCONI y el modelo esencial de GENESIS), siendo así que el cuerpo central despliega un esquema sonoro más fastuoso, aunque sin romper en lo absoluto con el aura contemplativa que se impuso desde el prólogo. El paso sosegado del compás en 6/8 realza la vibración melancólica reinante. Poco antes de pasar la barrera del quinto minuto, el grupo elabora un breve momentum cibernético desde el cual se anuncia la próxima emergencia de la segunda sección, en la cual la guitarra eléctrica adopta una dimensionalidad Gilmouriana y asume un posicionamiento protagónico. El cuerpo central regresa en todo su esplendor mientras añade ocasionalmente algunos ornamentos jazzeros a su desarrollo temático. Nos toma por sorpresa la vitalidad neurótica que adquiere la instrumentación en sus instancias finales, pero un segundo repaso de la misma nos hace advertir que esta irrupción se dio de forma muy calculada. El epílogo está marcado por efectos de bajada del tren y apertura de las puertas de la estación, cerrándose todo con etéreos ornamentos de sintetizador.

Con este disco que más que obra sonora parece una labor de orfebrería, AKT demuestra que no solo se expande cuantitativamente sino también cualitativamente: el grupo ha logrado plasmar en “II” el cénit creativo que surge desde el centro de su mente colectiva y la pasión de sus almas asociadas en una comunión progresiva de gran envergadura. En este trayecto musical por el que nos ha guiado la gente de AKT, realmente nos hemos sentido como pasajeros privilegiados.


Muestras de “II”.-

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